La escolarización es uno de los desafíos más grandes que enfrentan los padres de los menores con alguna condición de base o discapacidad. Es un tema que genera muchas dudas y temores pues ante las limitantes de un menor nos encontramos con que muchas instituciones niegan la inscripción o entrada al colegio y muchos padres que no saben si el proceso tan doloroso realmente brindará frutos o valdrá la pena. Esta lucha nunca es fácil pues, aunque un menor sea aceptado en una institución existe la duda de ¿está mi hijo realmente aprendiendo? ¿le están dedicando el tiempo necesario o solo es un bulto más? Ante esta desafiante aventura los padres comúnmente optan por cualquiera de estas dos posturas:
- Abandonar el sueño académico y brindarle al menor oportunidades de trabajos manuales en instituciones de ayuda
- Insistir en la lucha y conseguir un diploma a como de lugar.
Ninguna de las opciones es realmente idónea para la mayoría de los menores, pues, aunque la segunda parezca genial puede ocultar y perpetuar las deficiencias que tiene el sistema educativo para acoger a personas con neurodivergencias. Es por ello que analizaremos distintos puntos el día de hoy para que puedas descubrir si realmente estas buscando un aprendizaje fructífero en el menor o únicamente buscas obtener un cartón con un reconocimiento pero que carece de respaldo dada la realidad de tu hijo.

¿Conviene que mi hijo entre a una escuela “normal”?
Esta es la primera pregunta que se hacen los padres cuando sus hijos entran al rango de edad escolar (normalmente entre tres a cuatro años, pero en algunos casos puede ser desde los dos años) Esta duda se ve motivada por las limitantes que observan en sus hijos y las capacidades que consideran que debe de tener una institución para poder acoger a sus hijos.
Lastimosamente esta pregunta no tiene una respuesta universal pues se han de considerar las individualidades de cada caso, sin embargo, los padres y los docentes se pueden guiar bajo el modelo piramidal para determinar si un menor es capaz de integrarse solo a la institución o si requiere de un entrenamiento previo antes. Este modelo ubica al menor de acuerdo a las intervenciones o adecuaciones que necesita y es en base a ello que se puede tomar la decisión.
Brindaremos una breve explicación:
- La base de la pirámide implica que el menor posee todas las habilidades necesarias para integrarse y no requiere de adecuaciones (Compuesto por: Los menores típicos y la mayoría de la población estudiantil
- El segundo nivel son aquellos menores que requieren de apoyos menores y con un ambiente rico en oportunidades pueden integrarse sin mayores dificultades (Compuesto por: menores que tienen dificultades en un área específica, pero con una repetición o explicación mas detallada pueden avanzar)
- El tercer nivel requiere de adecuaciones mas especificas y apoyos que brindan resultados a mediano plazo. (Compuesto por: aquellos alumnos que tienen dificultades en una o dos áreas, generalmente relacionadas entre si (Por ejemplo: Al tener dificultad en redacción, puede tener dificultad en comprensión lectora) y que requieren de adecuaciones planificadas previamente)
- Lo del cuarto nivel son aquellos que requieren de intervenciones intensivas y apoyos constantes que pueden brindar resultados a largo plazo. (Compuesto por: Menores con un diagnostico especifico, cuyos avances son lentos y necesitan de muchas adecuaciones para poder comprender y realizar las actividades)
Es importante considerar que el modelo piramidal no implica únicamente el área académica, sino que también considera las capacidades sociales, conductuales y de autonomía de un menor. Por lo tanto, si un menor es académicamente sobresaliente, pero conductual, social y emocionalmente requiere de muchas adecuaciones puede ubicarse en un nivel cuatro. Una vez que ubicas a tu hijo en esta área lo más importante a considerar en esta decisión es la voluntad de la institución por brindar las adecuaciones necesarias. Esto quiere decir que un menor perfectamente podría estar en un nivel cuatro e integrarse a la escuela si esta acepta las adecuaciones y brinda los apoyos necesarios o estar en un nivel dos o tres y no ser capaz de integrarse si la escuela se niega a realizar cambios menores para apoyarle.

¿Como se si le pueden ir evaluando?
Las adecuaciones abarcan (como mencionamos anteriormente) múltiples áreas, pero suelen enfocarse principalmente en las evaluaciones académicas. En el caso de los chiquitos con autismo no verbal o con capacidades comunicativas disminuidas, esta es una interrogante que se debe de abordar. Aquí es importante considerar que un concepto tiene múltiples facetas, por ejemplo: La letra A tiene que:
- Reconocerse
- Copiarse
- Escribirse cuando se dicta
- Asociarse con conceptos específicos
- Nombrarse
Por lo tanto, aunque un menor con autismo no verbal sea incapaz de nombrarla es posible evaluar si posee las otras habilidades para determinar si ha adquirido un concepto o no. Las evaluaciones en las escuelas pueden realizarse solicitando a un menor que:
- Empareje el concepto
- Lo señale al nombrarlo
- Lo señale al brindar características físicas o sus funciones
- Logre clasificarlo con el resto de los elementos de su grupo conceptual
¿Está bien que le vayan pasando de grado si no está listo?

Aunque lo mencionado anteriormente seria ideal para determinar si un menor esta preparado o no académicamente, es raro que las escuelas realmente realicen esas adecuaciones. Usualmente las evaluaciones se centran alrededor de criterios la memorización más que la comprensión por lo que es común escuchar expresiones como “Ya memorizo esto por lo tanto podemos determinar que lo entiende” o “Vamos a ayudarle para que pueda pasar”
O incluso en algunos casos eres tu mismo como padre quien insta para que tu hijo pueda continuar en el mismo nivel que sus compañeros para que “No sea tan traumática la experiencia” “No se sienta rechazado por los niños nuevos” o “No sea aburra viendo el mismo contenido del año pasado”
Aunque esto puede venir desde una buena intención NO ES LO MAS ADECUADO. Si un menor no posee las capacidades para continuar al siguiente grado se pueden optar por dos opciones:
- La repetición del nivel en el que se encuentra
- El avanzar asegurándose que las áreas que están debilitadas van a ser atendidas por un tutor o un equipo educador que brindara las herramientas necesarias para que adquiera el nivel que requiere este nuevo grado académico.
Si no sigues una de estas dos opciones corres el riesgo que la brecha sea más amplia y que la segregación entre el menor y sus compañeros sea una realidad pues al no tener el menor la base necesaria para participar en la clase sus niveles de frustración aumentaran lo que a su vez generara más conductas problemáticas que captaran la atención de sus compañeros y pueden llegar a generar rechazo. Así mismo, la falta de las habilidades necesarias imposibilitara que el menor realice las nuevas actividades de ese grado.
Por ejemplo: Si Marina, una niña de nueve años con una lectura pausada y mínima comprensión lectora, no recibe los apoyos necesarios por medio de las adecuaciones visuales u orales para atenderla, cuando la maestra de inglés o español solicite la lectura de un cuento evitara que la menor participe pues “retrasara el grupo”. Al no leer el cuento será incapaz de responder las preguntas que se realicen en el aula para discutir el tema, o no podrá redactar un resumen de la historia o compartir su opinión con sus compañeros en la hora del recreo.
Es aquí donde como padre de familia debo hacerme la siguiente pregunta “A mi ¿Me interesa que memorice o que aprenda?” pues debemos recordar que la asociación de una imagen con su nombre es únicamente la primera parte del concepto y que un cien en un papel obtenido a base de mera asociación de conceptos sin comprensión genera pocas capacidades de análisis en el menor y dependencia a las fuentes de ayuda en el futuro, lo que limita la autonomía del menor”
¿Qué es entonces lo que como padre de familia realmente debería de importarme?
Lo primordial es que el menor comprenda el concepto y pueda utilizarlo en el día a día para resolver sus problemas o satisfacer sus necesidades. Por ejemplo: No es útil que un menor diga “tres” cada vez que mira el número, si es incapaz de colocar tres cucharadas de chocolate en su leche para desayunar, o de colocar tres minutos en el microondas para calentar sus espaguetis recién salidos del refri. O si lo vemos desde un contexto académico, de nada sirve que tu hijo sea capaz de decirte todas las capitales del mundo si no tiene las habilidades para redactar un relato sobre la capital de su país y describirla.
Lo esencial es que tu hijo adquiera los conceptos y los utilice para su propio crecimiento, no para adquirir una nota que una vez fuera de la institución no genera ningún beneficio.
