¿Por qué son agresivos los niños con autismo?

Comenzamos nuestra sección de hoy con una pregunta que escuchamos frecuentemente cuando brindamos capacitaciones. Son muchos los docentes y padres de familia que se encuentran con menores con conductas inapropiadas que pueden ser ocasionadas hacia ellos mismos o hacia otros. Estas conductas tienen una causa y es importante que todos aprendamos a manejarlas bien y desde la raíz para mejorar la calidad de vida del menor que las está presentando. 

¿Cuál es la causa de la agresividad? 

Lo primero que tenemos que hacer cuando hablamos de estas conductas es deshacernos de los mitos o las creencias populares que existen alrededor del tema de la agresividad pues estos dificultan un manejo apropiado de la situación. 

Algunos de estos mitos afirman que es propio del autista el ser agresivo y que esta agresividad es producto de su falta de sentimientos y la dejadez de sus padres.  Sin embargo, si recordamos los criterios diagnósticos podemos ver rápidamente que la primera afirmación es falsa, pues las características propias del autismo son las dificultades en el lenguaje, las limitaciones en la socialización y la rigidez, no la agresividad (por lo que puede haber muchos autistas sin conductas agresivas). Así mismo, es importante distinguir la inhabilidad para expresar sentimientos o recibirlos de maneras convencionales con la incapacidad de tener sentimientos. Los autistas sí poseen sentimientos, pero tienen una dificultad para manejarlos, pues sienten que las emociones los desbordan y les es difícil recibir expresiones de afecto por sus limitaciones sensoriales. Y finalmente debemos aclarar que la crianza no es lo que genera la agresividad, aunque sí puede contribuir al mantenerla. 

¿Qué la genera entonces? Aunque puede variar un poco en muchos casos la raíz del problema se genera en la ausencia de un sistema de comunicación. 

¿Qué tiene que ver el lenguaje con la conducta? 

Imagina que estás comiendo en otro país, donde el idioma es completamente diferente al tuyo. La mesera se acerca y te pregunta qué quieres, (tú quieres un pollo asado) pero eres incapaz de comunicar lo que deseas, confundida ella se aleja y te trae un plato de comida típico que se ve horrible. Lo empujas de la mesa para decirle que no lo quieres, pero ella insiste en acercártelo, es más cuando ve que no deseas dar un bocado coge la cuchara y comienza a acercártela para que la pruebes, tu te haces para atrás, pero ella insiste. Ante la insistencia de ella y la falta de palabras para explicar que no lo deseas optas por otro recurso ¡Tirar el plato! Molesta ella lo recoge y se va y tu sientes un gran alivio ¡Lograste que te quitará el plato! 

Este ejemplo suele ser la realidad de muchos niños autistas que al no lograr comunicar lo que desean con palabras lo hacen con su cuerpo. En la mayoría de los casos las conductas que exhiben son una manera de comunicar sus necesidades y controlar aquello que desean mantener o eliminar. 

¿Cómo reducimos los problemas de conducta? 

Si prestas atención al ejemplo anterior te darás cuenta de un detalle importantísimo y es que, aunque lograste que te retiraran el plato de comida no lograste satisfacer tu primera necesidad ¿Recuerdas cual era? ¡Pedir pollo asado! Piensa cuantos dolores de cabeza te habrías evitado si te hubieran entendido para pedir el pollo. 

La solución al manejar los problemas de conducta es en dos pasos: 

  1. Entender la función de la conducta o la necesidad que se tiene
  2. Brindar una conducta alternativa. 

Cuando manejamos los problemas de conducta de un menor debemos de llegar a esa primera necesidad que tiene. Si nos limitamos a castigar o reducir aquella conducta inapropiada estamos descuidando sus deseos lo que aumenta sus niveles de ansiedad y provoca otra serie de conductas que perjudican la integración del menor en otros entornos. 

Es importante considerar que todas las conductas que ellos realizan cumplen con una función y es en la medida que nosotros entendemos esa función cuando realmente les logramos ayudar. El entender el porqué de una conducta nos permite hacer mucho más que reducir lo que nos molesta pues nos permite mejorar la calidad de vida del menor haciéndole más capaz y hábil. 

La conducta alternativa en el caso de los menores no verbales normalmente requiere de un proceso de estimulación del lenguaje o de otros métodos de comunicación alternativos (como ser el uso de pictogramas, medios electrónicos, lenguaje de señas. Etc.) Y en los casos de menores con capacidades verbales debe de trabajarse la enseñanza de sistemas de comunicación que realmente expresen las necesidades que tienen (Por ejemplo: enseñarles a pedir un descanso en lugar de gritarle a la profesora) 

En todos estos casos lo ideal es buscar la ayuda de un profesional entrenado que pueda brindar un plan adecuado. 

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